Logo

¿Visibilidad o valor? El criterio en tiempos de apariencia digital

Por Marcela Trejos Coronado | 24 de Jun. 2025 | 10:48 am

 

 

 

 

 

 

 

 

Abrís LinkedIn y en segundos te topás con una vitrina de textos con poca identidad, sacados de un ChatGPT mal “prompteado”; fotos curadas de gente “lográndolo todo”; y marcas hablando de su propósito en escenas más editadas que vividas.

Instagram no se queda atrás: lo llenamos (me incluyo) con historias estéticas de productividad y rutinas “perfectas”, donde incluso lo casual está coreografiado.

Todo grita por atención. Pero, ¿nos estamos preguntando si ese ruido viene con sustancia, con profundidad, con logros verdaderos?

Estamos viviendo en la era de la exposición constante (y agotadora). Y la confusión es evidente:

Visibilidad ≠ Valor
Seguidores ≠ Credibilidad
Likes ≠ Liderazgo
Branding personal ≠ Trayectoria profesional
Exposición ≠ Relevancia

Y esa confusión no es inofensiva: moldea decisiones, define a quién le ponemos atención y determina qué voces terminan teniendo influencia.

Hoy, una persona con una comunidad digital robusta —o simplemente ruidosa— puede influir mucho más que alguien con décadas de experiencia, logros evidentes o hasta con un doctorado. Y eso, en sí mismo, no está mal.

Lo preocupante es cuando entregamos el criterio solo porque el número de seguidores impresiona, o porque alguien produce contenido que grita más fuerte que el de quienes no tienen ni tiempo, ni ganas, ni personalidad para armar un show personal.

Cuando la forma importa más que el fondo, perdemos el filtro. Y sin filtro, nos comemos cualquier cosa.

La llamada “marca personal” no es el enemigo. Tener claridad sobre quién sos y comunicarlo bien es una herramienta valiosa, pero cuando el esfuerzo está más puesto en parecer que en ser, la desconexión es evidente para cualquiera.

Si se construye más en el “mírenme” que en el “esto es lo que aporto”, termina perdiendo credibilidad, autenticidad y reputación. Y sin eso, no hay confianza.

Una presencia digital impecable puede parecer éxito, pero sin sustancia, trayectoria o impacto real detrás, es solo eso: apariencia. Y eso aplica para figuras públicas, líderes, profesionales. Todos.

¿Entonces qué hacemos?

Reinstaurar el criterio. Como valor, como músculo, como práctica diaria. Exigir más. Preguntarnos más. Premiar la profundidad. Compartir con propósito, no con ansiedad.

Criterio no es elitismo. Es responsabilidad. No se trata de silenciar a quien tiene visibilidad, sino de elevar el nivel. De no desaparecer, sino de aparecer con sentido. De compartir no por vanidad, sino por contribución.

Porque en tiempos cuando todo grita por atención, el verdadero diferenciador no es el volumen. Es la sustancia. Porque el ruido se apaga. El valor permanece.

 

otras columnas