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¿Entrará China al conflicto de Medio Oriente? El estrecho de Ormuz podría tener la respuesta

Por el estrecho de Ormuz transita cerca del 25% del petróleo que se consume en el mundo

Por Gustavo Arias | 24 de Jun. 2025 | 6:26 am

El estrecho de Ormuz, uno de los pasos marítimos más angostos y estratégicos del planeta, vuelve a ser el epicentro de una crisis.

Esta vez, la amenaza de cierre por parte de Irán —en respuesta a los ataques de Estados Unidos— no solo inquieta a Occidente. También podría arrastrar a China, una potencia que suele observar los conflictos militares desde la distancia, a desempeñar un papel más activo en un escenario que amenaza con seguir escalando.

“China está dispuesta a reforzar el diálogo con Irán y las partes implicadas”, aseguró este lunes Guo Jiakun, portavoz del Ministerio de Exteriores chino. Lo dijo pocas horas después de que el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, instara públicamente a Pekín a intervenir. “Dependen en gran medida del Estrecho de Ormuz para su petróleo”, argumentó el jefe de la diplomacia estadounidense.

Una amenaza económica

Ormuz no es solo una vía de navegación. Es una arteria energética vital. Por este estrecho transita cerca del 25% del petróleo que se consume en el mundo. Conecta a las monarquías del Golfo con los principales mercados de Asia, Europa y América. Si se interrumpe ese flujo, la economía global podría tambalearse.

China lo sabe bien. Más del 40% del crudo que importa proviene de esa región, y una parte considerable cruza precisamente por ese paso. Un cierre, aunque sea temporal, no solo pondría en jaque su abastecimiento energético, sino también su estabilidad económica.

La Administración de Información Energética de EE. UU. (EIA, por sus siglas en inglés) estima que el 84% del petróleo crudo y el 83 % del gas natural licuado que atravesaron el estrecho en 2024 se destinaron a mercados asiáticos. En el primer trimestre de este año, China importó 5,4 millones de barriles diarios a través de Ormuz.

Ormuz como arma

Desde los 80, Irán incorporó el estrecho de Ormuz a su estrategia militar y diplomática. Durante la guerra con Irak (80-88), sembró minas navales y amenazó en repetidas ocasiones con bloquear el paso. En años recientes, desplegó drones, incautó petroleros y realizó ejercicios militares que simulaban el cierre del estrecho.

La amenaza actual es concreta. Luego de los bombardeos estadounidenses sobre tres instalaciones nucleares iraníes, el parlamento de Teherán aprobó una moción para cerrar el paso. Aunque la decisión final depende del Consejo Supremo de Seguridad y, en última instancia, del líder supremo Ali Jamenei, el mensaje fue claro: Irán está dispuesto a utilizar Ormuz como represalia.

Washington llama a Pekín

En un movimiento inusual, Estados Unidos solicitó públicamente la ayuda de China. El secretario de Estado, Marco Rubio, instó a Pekín a utilizar su influencia sobre Teherán para evitar el cierre, calificando esa medida como un “suicidio económico” para el régimen iraní.

La petición implica una disyuntiva para China: para garantizar el flujo de petróleo, Pekín tendría que abandonar su tradicional política de mantenerse al margen en los conflictos militares y presionar a uno de sus socios estratégicos.

Lo que está en juego para China

A través de su ambiciosa Iniciativa de la Franja y la Ruta, China ha invertido miles de millones de dólares en Irán. Un acuerdo bilateral firmado en 2021 contempla más de $400.000 millones en infraestructura, tecnología y energía. Además, Pekín compra petróleo iraní a precios preferenciales y participa en ejercicios navales conjuntos con Irán y Rusia.

Esa cercanía estratégica se convierte ahora en un dilema. Si China permanece pasiva, corre el riesgo de que el conflicto interrumpa su suministro energético. Pero si actúa con demasiada firmeza, puede poner en peligro su relación con Teherán.

¿Qué puede hacer Pekín?

Hasta ahora, la respuesta china ha sido cautelosa. Ha hecho llamados al diálogo, ha pedido moderación y ha evitado tanto condenar como respaldar abiertamente a Irán.

No obstante, algunos movimientos recientes indican que Pekín se prepara para escenarios más complejos. En abril y mayo, buques de guerra chinos participaron en maniobras navales con Irán y Rusia en el golfo de Omán, a escasa distancia del estrecho. Aunque la flota china aún no patrulla la zona de forma permanente, la posibilidad de un despliegue disuasorio no está descartada.

Algunos analistas también sugieren que China podría ofrecer garantías energéticas a Irán a cambio de mantener abierto el paso por Ormuz. También podría coordinarse con Moscú en una estrategia diplomática conjunta para contener la crisis.

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